Creo que tener un trabajo normal y vivir una vida cuotidiana
es la parte fácil de vivir. Nos encanta la rutina, lo común, lo cuotidiano,
aunque no lo digamos. Nos da miedo lo desconocido, lo que no está escrito, lo
que cambia de un momento a otro. Eso nos pasa a todos los humanos.

La verdad es que pienso que Maslow se equivocaba con su pirámide.
En primer lugar porque el ser humano no puede constituirse como una pirámide.
He aprendido a lo largo de mi corta vida que las pirámides no son buenas. No es
mejor, más importante, o más necesario lo de arriba que lo de abajo. En
cualquier sentido, no lo es. Y en segundo lugar, porque aunque me faltase la
respiración, o estuviera falta de sueño, mi creatividad seguiría ahí, y
probablemente aumentaría y se expandiría aún más. La creatividad, o el arte,
son intrínsecos al ser humano, tanto a nuestro cerebro como a nuestro corazón.
Y no se reducen a un estado perfecto tras haber sido satisfechas otras necesidades.
Aunque me encontrara sola, moribunda, o sin confianza, seguiría creando arte.
Porque está dentro de mí. Yo, y todos nosotros, somos creaciones, obras de
arte, y es imposible que dejemos de serlo por mucho que no tengamos éxito.

Así que lo difícil es aprender a dramatizar nuestras vidas,
a poner banda sonora a nuestros actos, y a aceptar que no podemos vivir con la
simplicidad de aquello normal.