10 mayo 2011

Inevitable, como la vida misma.



Un corte de pelo, un piropo andaluz, un abrazo inesperado…cosas pequeñas que cambian mi mundo. Una cara triste, una noticia en el telediario vespertino, un café sin mucho azúcar.
Ganas incomprensibles de saltar, de volar hasta el cielo, subir a una nube y sentirme reina del mundo. Ser capaz de tocar las estrellas con los dedos, poder ver al unicornio que nadie ve. Encontrar razones donde los otros ven lo incomprensible. Hacer que lo razonable se vuelva inocuo. Buscar en el fondo de ese pozo la última gota de agua.
Revelarme contra las leyes de la física, discutir lo que otros creen que es normal, convertir a los otros en enfermos de mi locura. Quebrantar murallas, derribar todos los muros de Berlín, independizar todas las indias con el método Gandhi.
Ser libre, poder expresar lo que siento sin temor a represalias, construir mi torre Eiffel, mi Empire State en medio del océano.
Dar la vuelta al mundo con Jules Verne, resolver un asesinato con la ayuda de Watson, ir al teatro a ver Moliere…sin miradas, palabras necias que ensucian la lengua,  crear, en definitiva, mi mundo en un papel inacabado, tanto si es como  Van Gogh y su campo de girasoles, como si solo tiene sentido para mí, como Kandinsky.
Buscar esa esencia que el mundo, o ha perdido, o no ha encontrado nunca.
Y todo eso, hacerlo en mi insignificante vida humana.

2 comentarios:

  1. Hola Meritxell,
    M'agrada el teu caràcter molt utòpic. Espero que amb els teus pensaments arribaràs molt lluny i faràs tocar a peus de terra, els desitjos que tu expresses.
    Petonets,
    L'avia Rosa

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  2. Bonitas reflexiones amiga. Ser libre, poder expresar lo que siento sin represalias..., lo dicho una reflesión muy bonita XD. Saludos.

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