20 junio 2010

Dulces declaraciones



PASEO MARÍTIMO DE NEWPORT BEACH, O.C. 5 DE ENERO DE 2006


-Vamos, escapémonos de aquí.- dijo él, agarrándola del brazo y tirando de ella hacia una calle lateral, sin que los otros se dieran cuenta.

Ella se dejó llevar, pues no quería estar con Dani.
Matt la llevaba hacia el paseo marítimo, que se veía precioso, con la puesta de sol frente a ellos y las olas del mar salpicando en la arena. Era un paisaje de película, pensó ella.
-Gracias.- le dijo Jen algo mas tranquila. Estar con Matt era como estar flotando en una nube, sin tener que preocuparte por si te caes. Con él podía ser natural, y no tener que fingir.
-No es nada.- contestó él, parándose en seco, y sentándose en la arena.
Jen lo imitó y se sentó a su lado.
Pasaron unos minutos en silencio, sin mirarse ni moverse. Al final, fue Matt el que habló.
-Escucha Jen, ahora, estando aquí con tigo, siento que puedo ser yo mismo, y no el chico que todos quieren que sea.- la chica quedó asombrada. Ella sentía lo mismo. ¿Pura coincidencia? La verdad era que Jen no creía en las coincidencias.
-Si, la verdad es que a mi también me pasa lo mismo, somos buenos amigos.- musitó ella, arrepintiéndose al momento de haber pronunciado esas palabras, al ver la expresión de Matt. Parecía herido, como si no le hubiera sentado nada bien lo que le había dicho. Y en ese momento, sin saber como, se encontró con los labios pegados a los de él. Él la estaba besando. Y no era un sueño. Era el beso más dulce del mundo. Cuando sus labios se separaron, ella sintió como si le cortaran una parte de su cuerpo, una parte sin la cual no podía vivir.
-Matt, no debemos…-empezó a decir ella, pero cada palabra le sabía a mentira.
-Te quiero Jen, y estoy cansado de ocultarlo.
-Ya, eso es lo que les dices a todas.- replicó Jen, disgustada.
Eso le hirió aún más al muchacho. –Dices que todas son especiales, que estas muy pillado, y después, vienes a decirme que has cortado con ellas, que te has cansado, y no quiero hacerme ilusiones, para que después me hieras más.
El chico estaba atormentado, porque por un lado sabía que ella tenía razón, él era muy mujeriego, pero sin embargo, no sabía como explicarle lo diferente que era con ella.
-Jen, ¿te acuerdas cuando te dije que ninguna de las chicas con las que he estado eran la mujer de mi vida?- ella asintió.- Pues decía la verdad. Pero desde que te he conocido, he sentido algo aquí dentro de mí, que me decía que eras tú, que tú eras esa mujer. Y al principio me asustaba, pero no puedo negar lo innegable: te amo, y siempre lo aré. Te amaré hasta la muerte, te lo juro.- al acabar de hablar, levantó la mano y la acercó a la mejilla de ella, rozándola suavemente con los dedos. Al instante ella se sonrojó, y Matt sintió su calidez. Estaban tan cerca el uno del otro, que podía haberla besado, pero retuvo el impulso.
–¿Como se que dices la verdad?- murmuró ella, con voz queda.
-Bueno, a veces, para tener algo que amas, debes sacrificar cosas muy importantes, y yo voy a sacrificar mi amistad con Dani.
-Tengo miedo, musitó ella, mirándole a los ojos.
-No tienes porque tenerlo- le contestó el muchacho.
-Pero tengo miedo a perderte, a que me dejes, porque ya has entrado en mi corazón, y nunca vas a poder salir de él, mi amor por ti perdurará eternamente, aunque te vayas.
-No me voy a ir, a ninguna parte, si no es con tigo.
Los impulsos eléctricos de atracción circulaban a su alrededor, como las abejas en una flor.
Él volvió a besarla, primero suavemente, pero luego, el deseo se apoderó de los dos, bajo la luna, tumbados en la arena de la playa, encontraron el amor verdadero.

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