En un puzzle, no puedo colocar una pieza en un sitio incorrecto, que no encaje, porque sino destruyo el puzzle, y nada sirve de nada. Ese puzzle, es ahora mi corazón. Sucede lo mismo. Aunque lo intente con todas mis fuerzas, no puedo hacer encajar en mi interior a alguien que no es correspondido. Solo hay una pieza, una gran e insólita pieza, que cabe en el agujero. Pero, ¿y si me han robado esa pieza? Ya no puedo completar el puzzle, y queda para siempre incompleto, y siempre recordaré que falta una pieza, y ésa es la pieza más importante. ¡Que duro es el olvido! Pero más duro es no poder olvidar.
No poder pensar en otra cosa, tener la cabeza sumergida en ello y ver pasar como un cortometraje a cámara lenta, los recuerdos vividos, una y otra, y otra vez. Y hoy, aquí, yo; me pregunto: ¿Habrá remedio para eso? ¿Algún día, en el futuro, algún científico descubrirá una vacuna? No lo creo, pero si creo que la intermitente lucha entre ciencia y sentimiento, acabará. Y sabremos el ganador. ¿Apuestas?
No poder pensar en otra cosa, tener la cabeza sumergida en ello y ver pasar como un cortometraje a cámara lenta, los recuerdos vividos, una y otra, y otra vez. Y hoy, aquí, yo; me pregunto: ¿Habrá remedio para eso? ¿Algún día, en el futuro, algún científico descubrirá una vacuna? No lo creo, pero si creo que la intermitente lucha entre ciencia y sentimiento, acabará. Y sabremos el ganador. ¿Apuestas?
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