Harta. Harta estoy. De todas las empresas que cada vez pierden más calidad, que se dejan atrapar en las redes corruptas de los políticos retrógrados como una mosca en una telaraña.
Cada vez veo más claro que, o empezamos a cambiar, o nuestro gobierno deja de ser tan sumamente egoísta; o si no, la cosa caerá en picado. (Más de lo que ya ha caído).
Ahora en Cataluña quieren que se enseñen asignaturas en castellano. Genial. Enseñad asignaturas en catalán en el resto de España. Y no me malinterpretéis, yo no soy ni independentista, ni del otro extremo. De hecho, no creo en absoluto en el sistema de los extremos. ¿Por qué tanta tontería, tanto jueguecito y tanta pérdida de tiempo por parte de ambos bandos a intentar eliminar lenguas? ¡Perder cultura, eso es lo único que conseguiremos si seguimos así! El catalán, considerado un dialecto, y en algunos casos, un “español mal hablado” es una lengua. Una lengua que tiene los mismos derechos que el castellano, el inglés o el junululú. Y el español, es una lengua por igual. Son dos lenguas riquísimas en léxico, en semántica y en historia.
Pero la gente que nos gobierna, a la que nosotros elegimos, es muy lista. Si estar en contra del catalán les viene bien para sus fines, lo estarán. Si les viene bien estar contra el castellano, también lo estarán.
Y no entiendo por qué dos lenguas no pueden existir juntas en un mismo país. Es cultura. Repito, cultura que nos están intentando arrebatar, cultura que nosotros mismos no apreciamos.
Y prometo rectificar y tragarme mis propias palabras si alguien me da una buena razón por la cual deberíamos destruir una lengua, o por qué no podemos vivir con dos lenguas juntas.
Sin darnos cuenta, a pesar de todo el avance tecnológico que hacemos, aún hay cosas en las que vamos para atrás. Y no importaría si fueran cosas que funcionaran, pero por desgracia, algunas no lo son.
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