12 noviembre 2013

Un paseo por Lyon

Lyon, según apuntan las guías turísticas, es capital mundial de la comida, así que no es de extrañar que una servidora aprovechase que su primo vive allí para escaparse un fin de semana y comprobar si esa afirmación es cierta o no. Y os diré un secreto: no lo es. No, no es la capital mundial de la comida, pero sin embargo, no me arrepiento para nada de haber ido a comprobarlo. Porque me he encontrado con algo mejor que la comida. Una ciudad cosmopolita que esconde tanto bellos rincones artísticos y muy apetecibles, como grandes avenidas con aires parisinos y sus respectivas boutiques de vogue y beau.

Es curioso, pero no un caso aislado, que la capital de un país se coma todo el turismo del mismo. Pasa con París, con Londres, con Dublín...Y es una pena, porque aunque las capitales por alguna razón lo son, esconden a otros lugares magníficos que hay que descubrir con paciencia y ganas. Y Lyon es uno de esos lugares. Comparte ese aroma francés inconfundible, a queso gruyere, o a eau de Cacharel, o una mezcla de ambos, lo que, ahora que lo pienso, no debe ser nada exquisito; con un sabor único y particular, tradicional y rompedor, con catedrales y edificios públicos de arquitectura gótica, establecimientos y restaurants más bohemios, y novedosas esculturas y arquitecturas urbanas más irreverentes en cuanto a lo tradicional.



Infinitos paseos por el borde del río Rhône, o por el zoo ( ¡gratis!) de Lyon complementan la subida en funicular a la catedral de Saint Jean, las impresionantes vistas de toda la ciudad des del mirador, el viaje en el tiempo al bajar por las gradas del teatro romano, y algo que descubrí allí, caminar por las calles en las que se rodó la película Le Parfum, adaptación del libro de  Patrick Süskind. Y en cuanto a esto último, al saber que había estado grabada allí, decidí investigar y encontré en el barrio del Veux-Lyon un pequeño museo de Cine y Miniaturas, y para allí que me fui directa. Resultó que en ese modesto edificio antiguo de piedra marrón entre un salón de té y una tienda de pósteres de cine se encontraban reunidas una gran cantidad de escenografías y objetos originales no sólo de El Perfume, sino de muchas otras obras del cine, desde Los Tres Mosqueteros hasta Spiderman, sin olvidar obviamente, Harry Potter. Un gran tesoro escondido sobre los baldaquines de unas calles misteriosas que esconden sin hablar pecados cometidos detrás de las puertas que abren pasadizos secretos, de tratos y triquiñuelas de siglos pasados.

 


                        






Un viaje del que me llevo muchas sorpresas y muchos recuerdos, y que me ha servido para escapar de la rutina de la Universidad y del absorbente mundo que nos envuelve y nos atrapa...y que a veces, simplemente, es necesario olvidar durante unos días.  














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