13 marzo 2010

El camino del amor a la muerte



En la negra oscuridad, sin ver mas que el reflejo de la luna en sus ojos azules, mi mente se deshacía envuelta en una melodía de deseo irrefrenable e inestimable que ni en mis mas hondos sueños, había dado a concebir la posibilitad de aquel deseo placentero y oculto.
Entre caricias y suspiros, mis labios se impregnaban de su aliento y tiernamente, me besaba. Y así, la noche se hizo eterna, y a la vez infatigable. Juntos sellamos nuestras almas con llave de sangre, y nunca más podrían volverse a abrir.
Algo inesperado i fortuito, hizo que esa noche fuera más que lo que aguardábamos. Esa noche, surgió más que el fruto del amor, surgió una vida nueva, que se abrió paso entre nosotros.
La espera se hizo eterna. Sufrimiento, alegría, pena, dolor, agonía… Y nueve meses más tarde, concluyó.
Todo acabó. Nada continuó. Los días pasaron lentamente, las horas, los minutos, los segundos… y en mi mente, solo se oían las palabras que pronunció aquella mujer: ‘’Su hijo…no ha llegado a sobrevivir’’.
Entre lágrimas, jadeos y llantos, mi alma se descompone como un puzzle sin acabar. Como una herida sin restañar. Y con la falta de razón y la falta de parte de mi ser, mis ojos se cierran lentamente, dejando que el veneno circule por mi garganta, asta llegar al centro de mi cuerpo, y extenderse por todas mis venas. Y así haga su labor.
Con un último suspiro, me despido de la vida, para destinarme al reino de la eternidad, donde reencontrarme con la última pieza de mi insólito puzzle.

El camino del amor a la muerte.

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